lunes, febrero 19

Invitación

Encuentro invitación

Presentación de la novela "Encuentro con Antonio"
de Dulce María González (yo mera)
Miércoles 21 de febrero de 2007
20:00 horas
Vestíbulo del Antiguo Palacio Federal
Presentan:
Gabriela Cantú Westendarp
Nancy Jeannette Garza y
Minerva Margarita Villarreal

sábado, febrero 17

Cucarachas de papel

Literespacio / Cucarachas de papel
Por Dulce María González
El Norte


La semana pasada asistí a una reunión donde se hablaba del arte, la literatura y los nuevos medios. Me llamó la atención que una fotógrafa extranjera de reconocida trayectoria se lamentara de ser "antigua", ya que, aseguró, no se siente a gusto trabajando con material digital.

Cuando me pidieron mi opinión, comenté que en mi terreno no hay tal conflicto, puesto que para un escritor no existe nada como un libro. Todos coincidieron entonces en que, al igual que la fotógrafa, soy una creadora de ideas antiguas.

Nunca ha sido mi intención parecer moderna; sin embargo, esa noche me dio por explicar la manera en que las nuevas tecnologías, efectivamente, han transformado los procesos de producción, promoción y difusión literaria e, inevitablemente, salí en defensa del libro.

No se trata solamente de la sensación de textura y grosor del papel al pasar la página, ni siquiera del olor de la tinta o la belleza estética del diseño y el tipo de caracteres. El libro es un objeto simbólico importante, la evidencia de una conquista.

Sabemos que la invención de la imprenta dio lugar a una revolución en la cultura. A partir de Gutenberg, leer y escribir dejó de ser un ejercicio reservado a una minoría para convertirse en la posibilidad de adquirir conocimiento para la mayoría.

Ya entrada la modernidad, o más bien su decadencia, empezaron los malos augurios. Con la invención de la radio se predijo el fin de la música viva; con la televisión, el fin del cine. Como en una gigantesca conspiración, todo ello acabaría con el libro.

Sin embargo, éste último no murió, como tampoco la magia de la música en un concierto o de la proyección cinematográfica en una sala pública.

Más allá del pensamiento de ruptura que caracterizó al Siglo 20 y que aún arrastramos en nuestro desdén hacia la tradición, en este mundo posmoderno de la "next generation" cualquier cosa de hoy es ya "antigua" y, por lo mismo, susceptible de ser aplastada como cucaracha. No obstante, todos conocemos la resistencia de las cucarachas.

En efecto, y como explicaba la noche de la reunión, las nuevas tecnologías han transformado las dinámicas de producción y difusión literaria. Para empezar, porque los creadores nos hemos habituado a los procesadores de palabras, al grado de que nos es difícil prescindir de ellos al escribir un texto, el cual presentamos ahora de manera impecable, sin las ancestrales tachaduras y correcciones a pluma.

Los contenidos viajan de manera instantánea a través del correo electrónico y el intercambio de textos e ideas se ha ampliado gracias a los foros de discusión y listas de correo alrededor del mundo.

Tenemos además la posibilidad de publicar en la red textos singulares, complejos o arriesgados en los que ninguna editorial grande se interesaría por su escaso valor comercial.

Paradójicamente, todo lo anterior no ha provocado la desaparición del libro, sino su difusión.

En el terreno de la literatura, la posibilidad de leer las opiniones de lectores especializados que escriben desde rincones alejados nos lleva a descubrir a autores a quienes el mercado ignora y de cuyas obras, por desenvolverse en ámbitos reducidos o locales, nunca hubiéramos tenido noticia.

La búsqueda de libros "raros" y autores desconocidos, así como la aparición de sitios especializados en la red es resultado de esta dinámica. Sin olvidar el fenómeno Amazon, consistente en la venta de libros de autores de consumo masivo a través de librerías virtuales.

Desde mi punto de vista, la enorme posibilidad de producción, venta e intercambio de opiniones y textos en la red significa, no una amenaza al libro, sino una posibilidad de difundir a autores "raros" y proyectos editoriales alternos, así como de poner límites a las grandes empresas que, si antes equilibraban su producción entre los textos propiamente literarios y los de lectura fácil, ahora publican casi exclusivamente estos últimos.

En la mayoría de los casos, y contrario a los pronósticos, el consumo de objetos literarios seudoconcretos (lectura de textos en la pantalla) por lo general estimula y promueve la producción y difusión de objetos concretos, ancestrales, resistentes como las cucarachas, llamados libros.

Así sea.

sábado, febrero 3

Seguir la pista


I. La memoria

Después de leer "El Libro Negro", de Orhan Pamuk, una no puede pasar la página como si nada hubiera sucedido. Su vastedad nos obliga a regresar constantemente, a intentar comprender los detalles, el sentido de las anécdotas.


Una compañera del taller de lectura volvió a leer el libro para subrayar los enlistados de objetos, calles, oficios; otra fue enumerando las historias, una más leyó de corrido los artículos que uno de los personajes publica en el periódico y que se insertan en la novela.


Por mi parte, la he pasado identificando personajes literarios y la manera como sus historias determinan la del protagonista. El autor nos contagió su obsesión de entender el universo a partir de las interconexiones de objetos, identidades, anécdotas. Estamos "empamucadas".


Si la memoria de un escritor contiene una cantidad infinita de memorias, si a través de su voz escuchamos las voces de todos los autores que éste ha leído y que a su vez leyeron a múltiples autores, entonces, ¿cómo saber quién escribe en realidad? O, dicho en palabras de Pamuk, ¿cómo hace un hombre cualquiera para ser él mismo?


En este sentido, la importancia de la lectura no consiste solamente en ampliar nuestro conocimiento del mundo, sino en la posibilidad de apropiarnos de la memoria de los otros y vislumbrar, al fin, de qué materia estamos hechos y cuál es el sentido de nuestros actos.


De las leyendas de las Cruzadas a las terroríficas anécdotas de nazis hitlerianos, de las aventuras por obtener el cofre de la muerte en "Piratas del Caribe" a los diabólicos proyectos de "Pinky y Cerebro", en las imágenes e historias que hemos creado los humanos todos somos Mehmet el conquistador y el mundo, nuestro mundo construido de mundos, nos aguarda.


II. Las señales

El protagonista de "El Libro Negro" se la pasa buscando señales. ¿De dónde vienen sus palabras, sus gestos, sus ideas, los personajes literarios que ha leído y los que él mismo cree haber inventado al escribir? La indagación lo lleva a abrir una puerta que conduce a otra, y así hasta el infinito.


Tenemos, entonces, que así como el protagonista de Pamuk descubre que detrás de los artículos que escribe un periodista están las palabras de un místico hurufí, detrás del tigre de bengala que aparece en los sueños de guerra del protagonista de "Caracol Beach", de Eliseo Alberto, está la pantera sanguinaria de los sueños de un niño en "La Pantera", de Sergio Pitol.


Detrás del intento de acceder a un mundo previo al lenguaje en "Lo Anterior" de Cristina Rivera Garza, está la historia de "La Pasión según GH", de Clarice Lispector. Y detrás de esta última, la "Metamorfosis" de Kafka.
Detrás de la imagen de los bosques de alminares de cemento, con la que Pamuk describe a Estambul está la de los bosques de mármol, con la que Gabriele D'Annuncio describe Venecia en "El Fuego". Y detrás de ella la vegetación de mármol con la que Taine describe esta misma ciudad en "Viaje por Italia".


Leer es una llave para abrir puertas y entrar al infinito juego de espejos del lenguaje.


Colegio Civil

III. Nuestra memoria regia

Es claro, entonces, que en el proceso de apropiarnos de las memorias que conforman nuestra memoria necesitamos pistas, señales. Acaso elaborar nuestros propios listados de objetos, libros, personajes, edificios.
De ahí la importancia de la labor de rescate que en últimas fechas viene realizando la UANL. No hay mejor destino para un monumento tan valioso, tan cargado de nuestra memoria como lo es el antiguo edificio del Colegio Civil, que convertirse en centro cultural.


De la misma manera, la colección "Lecturas Universitarias, Nuestros Clásicos", de la Dirección de Publicaciones de la UANL, nos da oportunidad de apropiarnos de autores nuevoleoneses como Raúl Rangel Frías, Pedro Garfias o Felipe Guerra Castro.


No se trata de tomar la herencia local como lo más importante de nuestra memoria, sino de completar este ejercicio en el espejo donde lo propio y lo ajeno van tomando su lugar en nosotros o, dicho en palabras de Pamuk, donde ser otro y ser uno mismo nos va llevando a entender la memoria infinita que somos.


Publicado en la columna Literespacio del periódico El Norte. Monterrey, México