sábado, abril 28

Monterrey news, los logócratas y los ñoños

Como suele suceder, me dio por aceptar la recomendación de la columna "Hojeando" y me fui a comprar "Los Logócratas", de George Steiner. Un libro hermoso.

Aquí abro un paréntesis para mencionar la colección de poesía de la Dirección de Publicaciones de la Universidad, que convierte la lectura en un placer doble. En cambio, el diseño de la colección de narrativa no invita tanto. Hablo específicamente de la reedición de "Monterrey News", de Hugo Valdés. Pero vayamos antes a Steiner.

Partiendo de las dos teorías del origen del lenguaje, la natural o "positivista" y la "trascendente", Steiner se coloca del lado de esta última y apuesta por los autores interesados en el "logos" que, dice, parten del pensamiento teológico o de su negación, o bien, de la rebeldía ante el Canon.

George Steiner

Pensadores como Heidegger, Benjamin, Marx o Freud, poetas como Celan o Hölderlin, pasan aquí por el tamiz de su relación con lo divino.

El judaísmo, dice, con su interés por el texto sagrado, por el origen del lenguaje y de lo humano, por la relación del mortal con Dios, ha dado lugar a "nuestra modernidad" al secularizarse.

De acuerdo con Steiner, detrás de conceptos como la autonomía del pensamiento, del lenguaje o del texto (Habla, Pensamiento y Escritura), seguimos pensando nuestra relación con Dios y su intervención en nuestras creaciones.

Es lógico que, desde esta perspectiva, la deconstrucción derrideana no sea otra cosa que una rebeldía ante la herencia del pensamiento religioso judío. Si decimos que el texto se abre a interpretaciones sin fin, que no tiene un significado absoluto, es por un berrinche ante su divinidad.

Sus reflexiones no sólo resultan brillantes, sino que nos llevan a entender un tipo de pensamiento, digamos, conservador, de derechas, ante el cual difícilmente tenemos paciencia y que, no obstante, es importantísimo revisar.

Creamos o no en la "muerte de Dios", declarada por Nietzsche, esa "movida" a través de la cual Occidente dejó la infancia y entró a la edad adulta, de quien actúa independientemente de lo que el Padre ordene o deje de ordenar, o sea, estemos conscientes o no de que en determinado momento tuvimos que empezar a elegir quiénes somos o cómo deseamos ser, encontrarnos con la presencia divina en las reflexiones de un pensador actual resulta extraño a estas alturas.

No podemos negar que lo teológico subyace a nuestro pensamiento, cómo detrás de nuestras acciones adultas está la educación que recibimos en casa. Pero de eso a tener que interrogar al Padre en todo momento, olvidando que nosotros mismos somos padres y madres de nuestros hijos, es para algunos y algunas de nosotras una actitud un tanto infantil.

El caso es que al leer a Steiner entendí un poco más la ñoñez de nuestra derecha mexicana y de nuestra sociedad regiomontana tan conservadora, tan apoltronada a la comodidad de seguir las reglas del canon, tan creyente de los valores e interpretaciones absolutas, tan perezosa a la hora de tomar decisiones que comprometan su consciencia personal.

"Aquí no se va a aprobar la despenalización del aborto", comentó una amiga, "porque hay mayoría panista en el Congreso".

La traducción vendría a ser: "aquí todos somos obedientes de las reglas de papá y nadie las discute". Es decir: "aquí no pensamos, sólo obedecemos".

Derrida

Sin embargo, Steiner, con todo el respeto a su herencia judía, con toda su consciencia de lo canónico y del valor del "logos", no deja de admirar, por ejemplo, la supuesta rebeldía de Derrida en su denuncia e intento de descentrar el pensamiento logocéntrico o falogocéntrico.

Y no sólo eso, sino que advierte que el pensamiento de los logócratas ha estado aliado a las políticas de autoridad, incluyendo al rebelde y malcriado Marx. Y aunque interpreta el intento de independencia de la consciencia humana como una caída, la piensa a profundidad.

Al final, reflexionar sobre los fundamentos del pensamiento fuerte, en términos de Vattimo, nos ayuda a entender de dónde venimos y, en términos de Steiner, contra qué nos rebelamos en el intento de "ser".

Quizá por eso, porque en el fondo ya ni los ñoños creen en los valores absolutos, me gusta tanto la idea de que Hugo Valdés ande reescribiendo sus libros.

"Monterrey News Reloaded" nos recuerda que todo puede ser traducido a una nueva circunstancia, a una nueva consciencia del lenguaje. El texto que se rehace es el que descree de absolutos, el que se compromete, una y otra vez, con un código incierto y una escritura jamás definitiva.

Texto publicado en la columna Literespacio del periódico El Norte. Monterrey, Mex.

sábado, abril 14

Ciudad Juárez y las nubes

Pues nada, que me fui a Ciudad Juárez en plan familiar y con ánimos de descanso. Unas de esas vacaciones que te cargan las pilas, te sacan punta como a un lápiz y te dejan lista para lo que sigue.


Antes de salir, ya con todo empacado, me planté frente al librero hecha una interrogante: ¿Cuál libro llevo?


Me decidí por "Nubosidad Variable", de Carmen Martín Gaite. El título combinaba a la perfección con mi estado de ánimo y el olor de los libros de Anagrama me encanta.
Minutos antes de subir al avión, abrí por primera vez la novela y entré como Juan por su casa. Eso tiene la literatura de Martín Gaite, te provoca sentir cómoda desde la primera página.


Mariana y Sofía, protagonistas de la novela, empezaron a escribirse cartas cuando mi avión despegó y continuaron a lo largo de mi estancia en la frontera, cómodamente instalada en la casa de mi hermano que, junto con el resto de su familia y como haciendo competencia a la escritura de Martín Gaite, no canta mal las rancheras a la hora de hacerte sentir el saborcito cálido de la convivencia.


Los momentos inolvidables son así: la literatura y la vida se acomodan y encajan.
Pero vayamos a la novela. ¿Qué pueden tener en común una psicoanalista y un ama de casa metida en las letras? Antes que nada, y esto va también para mis amigotas, la escritura. Hablo de ese placer tan, digamos, literario, de contarnos la vida a través de poemas, lecturas, cartas.


Mariana y Sofía escriben, se escriben, y eso provoca que la historia se convierta en un continuo contar que cuentan. La vida se presenta entonces como un caos, una avalancha de experiencias que es necesario poner en orden.


Meter en cintura a la vida no es fácil. Sofía llega de madrugada, ve el desorden en la cocina y se siente plena al saber que sus hijas disfrutaron. Hay platos con pedazos de pizza, botes de cerveza, colillas. Da las buenas noches al marido, se sienta a intentar escribir lo que recién experimentó y no duerme en toda la noche.


Carmen Martin Gaite


Adicta a los amores atormentados, Mariana envidia la capacidad de Sofía de sacar jugo a lo que le pasa. Ella necesita adrenalina y por eso su vida es como un deporte extremo que, sin embargo, también se resiste a ser escrito. Igual se desvela intentándolo.


Por ahí de la mitad de la novela y viendo que la historia avanzaba a paso de tortuga en los raros casos en que avanzaba, aun cuando los personajes escribían sin parar, me pregunté para dónde iba Martín Gaite. Me sucede también con las novelas de Clarice Lispector, te meten en cierta atmósfera de la que no deseas salir, aunque a la historia no le encuentras pies ni cabeza.


Sin embargo, si algo seduce de este tipo de escritoras, entre quienes habría que mencionar también a Cristina Rivera Garza, es que cuentan a su manera lo que les da la gana.


A ver, me dije una noche, vamos a ver. Esperé el momento adecuado, busqué un lugar cómodo y me hundí en mi novela. Casualmente, Sofía había amanecido de buenas y se sentía tan a gusto como yo. Entonces advertí que de eso se trataba el asunto: de escribir estados de ánimo.


"Nubosidad Variable" es una novela que cuenta, no una historia (la de los eventos que provocaron el alejamiento y posterior encuentro entre dos mujeres), sino la manera en que ellas van construyendo esa historia a partir de sus estados anímicos.


Recordé entonces a un amigo de Tijuana, quien insiste en que no sólo somos muchas personas, sino que el mundo no es todos los días el mismo y nuestra propia historia cambia a partir de la manera, siempre diferente, de ir acomodando las cosas.


Martín Gaite hace de la variación de las nubes (las protagonistas están siempre intentando entender sus formas) una metáfora de la complejidad que somos y lo inciertas que resultan nuestras apreciaciones de la realidad que, sin embargo, queda atrapada en los libros.


Aunque el resultado sea más un rescate del ángulo desde el cual observa alguien. Lo importante es que queda una huella: la marca de una mirada que de pronto nos asombra. Es entonces cuando cerramos el libro y nos ponemos a ver desde ahí lo que nos rodea. Y nuestro propio mundo nos parece extraño, diferente, nuevo.

Publicado en la columna "Literespacio" de la sección Vida del periódico El Norte. Monterrey, México

jueves, abril 12

Diálogos marcianos

Marijose y su amiga conversan en la recámara. Tienen la computadora y la televisión encendidas. Marijose teclea; su amiga está tirada en la cama, viendo un programa de música.

Marijose: ¿Te quedaste conectada en tu casa?

Amiga: No sé, ¿por qué?

Marijose: Es que te estoy viendo.

Amiga: Ah, pues a lo mejor sí. A ver, háblame.

Marijose: Ya te hablé varias veces, pero no me respondes.

¡Si mi abuela se levantara de su tumba!

Mercedes trasatlántica

De la lejana Suecia llega un comentario de la Luminosa. Todo fresco, interesante. Chispas, me encanta.