sábado, junio 22

Escritura y deseo

Después de pasar los últimos días metida en un ritmo intenso de trabajo y de revisión de textos, me di la libertad de un descanso. Y el descanso consistió en la relectura gozosa de un poema que me encanta y, como dice una amiga muy querida, es capaz de llevarme siempre "a otra parte". Hablo de "El poema de Babel", contenido en Sombra para el Deseo del Sol (Vaso Roto, 2012) del poeta sirio Adonis.
 
El libro en cuestión, hermoso, con sus hojas gruesas y blancas, sus caracteres negrísimos e impecables, abre con una serie de páginas en las que se muestra la caligrafía árabe del poeta, una belleza de signos que me recordó la descripción de una joven esclava en Las Mil y una Noches: "Su vientre tiene hoyuelos llenos de sombra y colocados con tanta armonía como los caracteres árabes en el sello de un escriba copto de Egipto".
 
 
Enseguida llega un pequeño texto de Clara Janés, traductora del poemario al lado del propio Adonis, fulgurante y bello como nos tiene acostumbrados. Como sucede en el caso de su introducción a la entrevista con Antonio Gamoneda, Clara hace a un lado la academia y habla de Adonis valiéndose de un parafraseo metafórico que intenta expresar, entre otras cosas, la síntesis de oriente y occidente en su escritura: "Dice que un rayo le mostró el camino. Es un rayo que respeta el templo de Artemisa, pero el rayo se convierte en cálamo sobre las piedras de Petra".
 
A continuación llega el maravilloso "Poema de Babel" con su atmósfera ancestral, su interés de reconstruir de alguna manera la explosión de las lenguas en el origen, ese Big Bang legendario que dio lugar al habla, a la diversidad, a cierta dimensión del lenguaje que hace posible la poesía, el profundo deseo de que, como en alfombra voladora, la poesía nos lleve a esa otra parte dentro de nosotros mismos: "He ocupado un sitio entre los árboles santos / a la espera de Babel".
 
Y al lado del origen de la escritura, inevitablemente, aparece el destino humano: "¿Dónde está ahora el rey perdido? ¿Dónde está Hassan el Errante? / ¿Dónde está Abu Tammam y Al-Mutanabbi? / ¿Hacia qué ruta los ha llevado el Invisible?".

 
El lenguaje y la muerte nos determinan, dice Agamben que a su vez dice Heidegger en un libro deslumbrante de la editorial Pre-textos. Pero el poeta Adonis agrega un elemento fundamental con el que me gustaría cerrar esta reflexión: el amor como afirmación de la vida, la escritura como deseo: "Babel es materia para la muerte / y Babel es amor. / Desciende hacia mí...".
 
Publicado en la sección Arte del periódico El Norte. Monterrey, Mx

martes, junio 11

Sindbad en la isla de la ballena

En mi mesa de trabajo leo, en vez de revisar manuales y tareas. Primero el periódico, después las referencias de ciertos pintores que menciona Vila Matas en su columna de hoy y cuya obra me dio por buscar en Google, enseguida, irremediablemente, mi lectura del momento: Las mil y una noches. Se trata de la Historia de Sindbad el marino, el primer viaje. Después de embarcarse en Bagdad y bajar por el río hasta Basora, se interna en el mar. La cita del inicio del viaje es una hermosa imagen en cascada:

"...navegamos durante días y noches, tocando en islas y en islas, y entrando en un mar después de otro mar, y llegando a una tierra después de otra tierra. Y en cada sitio en que desembarcábamos vendíamos unas mercancías para comprar otras..."

Finalmente desembarcan en una isla especialmente acogedora, de vegetación bellísima. Algunos de los marineros encienden fuego y se ponen a cocinar, otros lavan ropa, otros pasean o se divierten para descansar de las "fatigas marinas".

De pronto, una especie de terremoto los sacude y el capitán se pone a gritarles desde la proa, pidiéndoles que regresen al barco. La isla es en realidad una ballena y el fuego que han encendido la despertó. Algunos alcanzan a llegar al barco y otros se quedan sobre la ballena que, al hundirse, recuerda el hundimiento de un trasatlántico. El Titánic, por ejemplo. Leonardo DiCaprio en el papel de Sindbad.

También recordé el Pinoccio de Walt Disney y un comentario de Paul Auster en La invención de la soledad sobre la diferencia entre esta historia y la del Pinoccio de Collodi. En esta última, o sea, la del autor original de la historia, Pinoccio y su padre están atrapados en el interior de un tiburón que sufre de asma y del corazón y por ello tiene la boca siempre abierta. El muñeco se arma de valor, se echa a su padre a la espalda y escapa nadando. En la versión de Disney se trata de una ballena. Pinoccio hace una fogata, provocando que la ballena estornude y ellos salgan volando. Hasta aquí el comentario de Auster.

En la película "Life of Pi" el protagonista llega a una isla viviente. No recuerdo si era una ballena.

Por último, la imagen de la gente pequeñita haciendo fuego en el lomo de la ballena me trajo a la mente los Viajes de Gulliver, sin olvidar que, al menos en nuestra tradición judeocristiana, el nombre del héroe de la ballena es Jonás y su historia está registrada en la Biblia.

Regresando a Sindbad, el barco se marcha y la enorme ballena se hunde. Como DiCaprio, o más bien DiCaprio como él, Sindbad se aferra a un objeto de madera: "Me aferré primero a aquel objeto", dice, "y luego pude ponerme a horcajadas sobre él, gracias a los esfuerzos extraordinarios de que me hacían capaz el peligro y el cariño que tenía yo a mi alma, que me era preciosísima."

El caso es que, literalmente, se le fue el barco a Sindbad... "el cual hube de seguir con los ojos hasta que desapareció de mi vista, y la noche cayó sobre el mar, dándome la certeza de mi perdición y mi abandono."

Hasta aquí la primera aventura de Sindbad. Volviendo al planeta tierra, tengo que ponerme a revisar manuales de inmediato.

domingo, junio 9

Palabras que nos tocan el alma


El templo está consagrado
          a los que mueren su propia muerte

Los muertos por violencia
          son echados a los ríos
                   más allá de nuestros límites

Aquí reina la serenidad
 
Poema de Elva Macías, publicado en "Imperio Móvil" FCE, 2007

Y este otro...

DIÁLOGO
(Poema dedicado por el poeta a su prima y esposa, Salmà, que murió aún joven.)

Un día me dijeron que Salmà había salido a rezar.
Un gracioso pájaro miraba desde la rama
y le pregunté: "¿Quién conoce a Salmà?".
"Yo", y se echó a volar.
"Acércate a mí."
"Aquí estoy", y bajó.
"¿Has visto a Salmà?"
"Sí", y huyó.
Me hirió en lo más íntimo del corazón
y voló.

AL-WALID IBN YAZID
(m. 744 d.C.)
POESÍA ÁRABE CLÁSICA, Mondadori, 1998.

De la colección de mi amiga C, una joya

Mal ferida va la garza
enamorada;
sola va y gritos daba.
...
A las orillas de un río
la garza tenía el nido;
ballestero la ha herido,
en el alma.
Sola va y gritos daba.

Tomado de AUTO DE INÉS PEREIRA, de Gil Vicente. Incluido en Margit Frenk Alatorre, LÍRICA ESPAÑOLA DE TIPO POPULAR, Cátedra, Madrid, 1982 (Primera edición de 1966). pp. 152-153.
Gil Vicente (1465-1536?). Poeta y primer dramaturgo portugués. En algunas de sus obras combinaba el portugués y el español.


Alejandrina multiplicada

Alejandrina se obsera como si observara a una extraña. Sentada a la mesa, escribe. No ha encnedido el aire acondicionado en un afán de sentir el calor pegajoso de la mañana en la piel, este calor apenas soportable y sin embargo real, la condición de este domingo de junio. Sabe que es un personaje observándose. La música de Sibelius aporta dramatismo a la escena que vive y escribe al unísono, como si ella misma existiera en dos planos, tres planos de realidad si contamos a la autora del diario.

sábado, junio 8

Epifanía en Martins

Llega la noche y me encuentra revisando trabajos. Ayer la película sobre el amor en tiempos del fin del mundo, los encuentros y desencuentros en esa atmósfera sin reglas, caótica. Un mundo enamorado, dice el protagonista. Hoy por la mañana mi reunión de los sábados. Los comentarios sobre uno de los poemas de la doscientos setenta y tantos entre las mil y una noches, los amigos. "Blanco sobre blanco", dice el poeta en boca de Sherezada que cuenta la historia de Docta Simpatía.

El momento mágico sucedió alrededor de las siete. Comía bisquets con Chela, bebía café, conversábamos. De pronto la tarde se iluminó. "Blanco sobre blanco". Ahí estábamos, vivas.

Angustia digital

Publicado en la sección Arte del periódico El Norte, Monterrey, Mx

Bajo el calor agobiante de los últimos días, sentarse a leer un libro es un oasis. Así sea un libro digital. Amante del papel y la tinta, de los olores y la textura de las páginas en las yemas de los dedos, durante mucho tiempo me negué a leer en superficies a las que les faltara peso y volumen, libros que no ocuparan un lugar en el espacio atiborrado y mágico de mi librero.

Los libros son cosas, me decía, artefactos concretos con sus tres dimensiones, su materialidad. Ese tipo de certezas tranquiliza, nos lleva a creer que viajamos en una nave segura, que la tierra es una especie de contenedor estable y duradero. Palabras surgidas de la inmaterialidad de los pensamientos se convierten en inscripciones sobre una superficie material. Vemos a los libros como marcas sobre las piedras, a las palabras impresas como huellas imborrables de nuestra estancia en el mundo.

La fantasía es la siguiente: nosotros somos efímeros, los libros concretos, no. De ahí la angustia que provoca pensar que el material digital desaparece de pronto y por lo tanto es incierto, casi de aire, como si la eternidad y permanencia de los libros de papel no fuera una fantasía, como si jamás hubiéramos visto cómo se hace polvo un libro antiguo.

¿Dónde están los libros que adquiero en la red? La pregunta es existencial. Sé que están en mi carpeta de artículos comprados de la tienda virtual, en mi laptop, en mi tablet y en mi teléfono celular. Pero ¿dónde están en definitiva? La ubicuidad de los libros digitales es la peor enemiga del ser y estar de las cosas en el mundo. Y la inseguridad que provoca a la gente de mi generación es lamentable.

Quieres tu música metida en cajitas, tus novelas guardadas en papel, tus películas favoritas apiladas a un lado del reproductor. El soporte material de todos esos pensamientos, sonidos, imágenes, es tu propio soporte material, casi forma parte de tu cuerpo. Y a nadie le gusta verse a sí mismo como a un fantasma.

Entonces, me pregunto, si lo concreto es para nosotros de vida o muerte, ¿por qué caemos en la trampa y adquirimos esos angustiantes artículos digitales? Más allá de la comodidad que ofrece obtener algo que deseamos con un clic, acaso muy en el fondo sabemos que, independientemente del medio del cual extraemos las ideas e imágenes que nos alimentan, leer es una experiencia efímera y, como bien dice Pessoa, hasta la lengua en la que hablamos desaparecerá.