sábado, agosto 3

Nuestros poetas

De la segunda entrega de la Colección Ráfagas de Poesía, editada por Conarte y Ediciones el Tucán de Virginia y presentada el pasado 31 de julio, deseaba con intensidad el libro de Carmen Alardín después de que una amiga lo llevó al café y, manejándolo con deleite, me leyó dos o tres poemas.
 
Más adelante, dos de los autores me regalaron sus libros y los puse de inmediato en mi lista de lecturas urgentes. Ahora que tengo el total de la entrega en mis manos, después de escuchar las palabras de María Belmonte, Gerardo Puertas y Minerva Margarita Villarreal, directora de la colección al lado de Víctor Manuel Mendiola, una vez sucedido este preámbulo y con los libros de la colección en abanico sobre mi mesa, no puedo evitar empezar por el primero.

 
 
Hablo de mi historia, de las palabras y textos que me marcaron cuando empezaba: "No fuimos personas comunes y corrientes. / Durante muchos años tuvimos diecinueve años", etcétera. En el principio fue el verbo, por supuesto, y ahí estaban los Jorges: Cantú y González. De Jorge Cantú dijo Minerva en la presentación que se trata de uno de nuestros poetas más altos. Estoy de acuerdo.
 
El de Jorge, junto con el de Carmen, es un libro que brilla en la colección. "Tanto andarme por las ramas / de la poesía / para que vinieras tú, de pronto / a desabrocharme la camisa, / abrirme el cinturón, / apagar la luz y las palabras, / a guiarme por el buen camino / con gestos, retrocesos, respiraciones, / balanceos, avances. // Un murmullo luego, una queja casi / y el pulso generoso de la consagración / florece..."
 
Pero lo impactante fue cuando tomé el libro y empecé a leer con distancia, es decir, haciendo a un lado el hecho de que algunos de esos poemas significaron la afirmación de la vida en mi adolescencia, el cristal detrás del cual me coloqué para ver el mundo. El resultado fue un extrañamiento que me sorprendió. Hay otro Jorge en el Jorge que fue mi maestro y amigo, hay un gran poeta.
 
"La temporada de caza ha terminado. / Nostálgico ya, por estos días, / el viejo Lord guarda su fusil. / El ojo del ciervo, último trofeo, / -¿por qué bajó hoy, precisamente / hasta el venero?- / no sale de su asombro...".
 
La inteligencia de Jorge era aguda, brillante, de ahí la ironía de los poemas que, sin embargo, avanzan hacia lo profundo guiados por su sensibilidad extrema. "Un espejo que viaja" (Conarte / El Tucán de Virginia, 2012), de Jorge Cantú de la Garza, nos brinda la oportunidad de leer a un grande entre los nuestros.

Publicada en la sección Arte del periódico El Norte. Monterrey, Mx

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